jueves, 9 de abril de 2009

5ª Semana - Tizón

Ahora no vendría al caso explicar el modo de pescar que utilizaba Tizón en aquella parte de la playa, cuando hacía viento de Levante, pero si no lo hago, más de uno se va a sentir confundido cuando el asunto de la pesca salga a colación y le parezca que se están diciendo cosas contradictorias.
Me voy a explicar algo mejor para aclarar el tema:- La forma más “normal” de pescar en la playa, -olvidando por el momento la pesca con señuelos (“muestras” o “pescaditos” como se dice en el argot propio de la zona)-, es utilizando una caña con carrete y lanzando a una distancia más o menos larga un aparejo que lleva un plomo, con uno, dos o tres anzuelos, dependiendo del gusto de cada cual. Los anzuelos se suelen cebar con diferentes carnadas aunque la más socorrida es la caballa salada. Este aparejo se deja un tiempo en el agua, hasta que se siente la picada o hasta que el viento o la corriente te desplacen demasiado el sedal, lo que te obligará a recoger todo el hilo, con el carrete, para volver a lanzar y repetir el ciclo.
¿Qué pasa cuando sopla el Levante...?, pues que el agua se pone muy clara y los peces “advierten” el engaño y no pican..., salvo que pudieras lanzar los aparejos a unos 200 ó 250 metros, donde la profundidad es mayor (cosa harto difícil).
¿Solución...?, nuestro Tizón ha encontrado una forma de pescar que, si no soluciona totalmente el problema, resulta bastante efectiva.
Utiliza una caña sin carrete (por aquí se le dice “caña del país”), que puede tener de cinco a ocho metros, -aunque la longitud no es determinante-, con un aparejo fijo de “corchuela”, que lleva una pequeñísima bola de plomo (de unos gramos) por debajo de la “corchuela”, con dos anzuelos, a diferente distancia, a continuación del plomo.
De esta forma sólo puede pescar a unos ocho o diez metros de la orilla, y eso si se mete en el agua, por lo que, aunque hay muy poca altura de agua (no suele pasar de metro y medio), aprovecha la turbiedad que ocasionan las olas que mueren en la orilla y, un momento antes de cada “lance”, -aquí está la clave principal del más que probable éxito-, echa un puñado del “cocido” que ha cogido en la fábrica de conservas, con lo que, después de varios lances, se puede apreciar cómo se acercan los peces y llega un momento en que comen frenéticamente cada vez que tira el “cocido”; es cuando aprovecha la ocasión para echar el aparejo, cuyas carnadas se confunden en medio del pequeño caos... con el resultado que es fácil deducir... normalmente...
Por cierto, curiosamente, utiliza como carnada caracoles terrestres pequeños, fáciles de conseguir, fáciles de guardar, duraderos y fáciles de poner en los anzuelos –la carnada perfecta y, además, gratis- ¿Se puede pedir mayor rentabilidad...?
***
Era la una de la tarde del viernes y Tizón estaba haciendo un hoyo en la arena, al borde de un pequeño cañaveral cercano a la playa, para esconder una bolsa con el “cocido” que le había sobrado, al objeto de utilizarla al día siguiente. Mientras lo hacía, buscaba con la mirada si había algún curioso por los alrededores, pues alguna vez le había desaparecido lo guardado.- No vaya a haber algún mamonazo que me vea y después me deja sin “anguao” para mañana... –comentaba para sí mismo-, y me hace la puñeta, como el otro día...
A eso de la una y media ya estaba tomando una cervecita en “La gata parda”, había llegado en autobús, y comentaba a su amigo Diego:
- Tu jefe ya me ha pagado el pescado; fresquito...; unos seis kilos y medio; buenas bailas...; me ha dado 30 euros por todo... y que me tome dos cervecitas; no está mal...; quillo, a ver si vienes otra vez por mi casa, para seguir copiando las recetas...; tú sabes que le caes muy bien a mi madre, no como otros colegas...
–La verborrea de Tizón parecía imparable...
-Vale, vale, a ver si un día que esté libre me llego por allí, ahora es que tengo mucha faena...
A la vuelta, al pasar por el super para comprar unas latas de cerveza, al darse cuenta de que la chica rumana que había visto en “La huerta perdía” estaba en pie, cerca de la puerta con un letrero y una pequeña bandeja en la mano, se acercó:
- ¡Hola! ¿Qué pasa? ¿Te acuerdas de mí?
La chica, se puso un poco roja, pero no contestó.
- ¿Qué pasa? ¿No te acuerdas de mí?
La rumana, seguía callada, pero estaba vez asintió con movimientos de cabeza.
- ¿A qué hora terminas? ¿Quieres que te acompañe a tu casa...?
- ¡Por favor! No molestar... –dijo por fin, con bastante humildad.
- Vale, vale, no te preocupes... –comentó, algo cabreado, Tizón- y, murmurando por bajines...
-¿Qué se habrá creído la gilipollas esta...?
***
El sábado también estuvo pescando y consiguió buenas capturas, pero el domingo no tuvo tanta suerte –le había quedado poco “cocido” del día anterior, y, encima se peleó con un windsurfista y con otro que había salido con una “cometa” por donde mismo estaba él pescando:
- ¡Cojones! ¿Es que no tenéis playa para correr, que tenéis que meterse donde está uno pescando, buscándose la vida...? ¡Tiene cojones la cosa, que tienen que venir de fuera para molestarte...! ¡Irse a vuestra tierra, cojones...!
–Para Tizón, todos los que utilizaban esos artilugios modernos, eran extranjeros o de fuera...
El lunes por la mañana, convenció a Juanito “Tolete” para volver a ir a “La huerta perdía” a coger unas tagarninas, aunque lo que él llevaba en mente era otra cosa.
Efectivamente, volvió a ver a la rumana y “erre que erre” lo volvió a intentar, pero ésta, aunque humildemente, volvió a rechazarle:
-Por favor, yo no quiere que molestes más, ¡por favor...!
- Pero, bueno, ¿qué se habrá creído la tía esta? ¡Ya me está cabreando...! No vamos a tener más remedio que darle un escarmiento! ¿Tú qué piensas si le metemos fuego a las chabolas de estos extranjeros que no vienen mas que a incordiar...? –Dirigiéndose a “Tolete”.
- Está muy bien, para que aprendan... ¡Venga, vamos a meterle fuego...! –Dijo muy decidido su retrasado amigo.
- Tranquilo, tranquilo... ¿Tú tienes fuego...? ¡Yo tampoco...! Bueno, lo dejamos para la tarde ¿Vale?... ¡Nos vamos a preparar y vamos a venir después de comer...!
Esa misma tarde del lunes, después de comer, a eso de las tres, olvidado un poco el cabreo de la mañana, Tizón hizo lo que normalmente hacía a esa hora, ir por el “cocido” a la fábrica, pues era la hora en que lo sacaban a los contenedores y aprovechó la buena marea para echar unas horas de pesca.
Sobre la misma hora, Juanito “Tolete”, recordando el comentario de la mañana y con la idea que se le había fijado en la mente, llegaba a la casa de Tizón, preguntándole a la madre por él:
- Mira, hace un ratito que ha salido...
- Éste se ha ido sin mí –pensó y, ni corto ni perezoso se dirigió hacia “La huerta perdía”, con idea de encontrarse allí con el amigo y llevar a cabo lo ideado en la mañana.
Lo que pasó después, sólo Dios lo sabe.
***
Tizón volvió de pescar, después de vender el pescado, esta vez fue en un bar (“El Rezón”) cercano al puerto, que también le pagaba bien.
Al volver a casa, no funcionaba el timbre:
- Ma, ¿se ha averiado el timbre?
- No, hijo, no, es que llevamos un rato sin luz, se ha ido a eso de las seis...Por cierto, vino Juanito, preguntando por ti...
- Pues yo no le he visto en toda la tarde...
A eso de las ocho, la madre de Juanito “Tolete” llegaba preguntando por él:
¿No ha estado aquí mi hijo? ¡Me dijo que iba a salir con el tuyo!
Sí, estuvo aquí a eso de las tres, pero mi hijo se había ido un poco antes y me ha dicho que él ha estado pescando y que no le ha visto en toda la tarde...
- Pues ya es raro que mi hijo no haya venido, porque él no perdona la hora de la merienda...
Francisco

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